Después de aplicarle un coma inducido, la economía dominicana revive y vuelve a respirar sin ayuda oxígeno.
En coma inducido en términos médicos es cuando el estado de consciencia de un paciente se altera de forma controlada mediante fármacos, donde no responde al dolor ni a los estímulos lo que facilita reparar el daño sufrido.
La economía dominicana fue puesta en coma inducido para reparara un daño “cerebral” que podría haberla llevado una paralización larga y dolorosa.
¿A que llamamos daño cerebral?
A la inflación, el principal flagelo que destruye la economía familiar y produce grandes daños en el bienestar de la gente.
Hace un años y 3 meses teníamos una inflación de 9.65% que no era producto de crisis interna ni nada parecido. Una inflación que estaba golpeando a la mayoría de los países del planeta y que respondía a una situación muy particular: La Pandemia, primero y la Guerra en Ucrania-Rusia después que afectó los flujos de petróleo, gas natural, materias primas alimenticias e insumos para la industria.
¿Qué fármacos se usan en economía para inducir el coma?
La tasa de interés. Mientras la tasa de política monetaria, que estaba a finales del 2022 en 3%, comenzó a subir hasta alcanzar el 8.5% a principios del 2023, en ese mismo orden, el crecimiento económico perdía dinamismo y se ralentizaba o mejor dicho, carecía de estímulos para respirar.
Eso se refleja en la tasa de crecimiento en el primer semestre del 2023, que registro un pírrico 1.2%.
A finales de mayo había llegado el momento de reanimarla después que la inflación se desplomaba alcanzando el rango meta de un 4% interanual a junio y 3.95% a julio.
En menos de un mes el BCRD redujo la tasa de interés dos veces, de 8.5% a 8% y después a 7.75%. Al mismo tiempo dio facilidades a la banca mediante la liberación de encaje por RD$34 mil millones y una nueva facilidad de liquidez rápida por RS$60 mil millones a una tasa de 3% para que fueran colocados al 9%.
Eso deprimió las tasas de interés en sentido general y el crédito volvió a reactivarse creciendo a julio del 2023 a una tasa interanual de 17% (interanual significa el crecimiento de 12 meses comparando el mes que se mide con el mismo mes del año anterior).
Pero, así como los pacientes que salen de un coma necesitan tiempo para recuperarse totalmente, lo mismo sucede con la economía. Los estímulos no son automáticos y necesitan tiempo para ver los resultados.
Y ese tiempo comenzó a llegar en julio, aunque de manera aun insuficiente. De acuerdo con el BCRD la economía creció en julio un 2.9% interanual y entre enero y julio un 1.4%. Un gran salto respecto a junio cuando el crecimiento interanual registro un 0.1%.
Para poder alcanzar la meta de crecimiento de 4% en el 2023, la economía debe crecer sobre el 5% y 6% mensual en los próximos 5 meses y para eso necesita la ayuda del lado fiscal.
O sea, el gobierno, una vez el congreso apruebe el presupuesto complementario, donde hay 34 mil millones adicionales para inversión pública, tiene que activar la maquinaria institucional para que ese dinero, que ira al gasto de capital, se convierta en un detonante que impulse aún más el crecimiento.
Ambas medidas, más inversión pública y dinero más barato disponible, pueden lograr el milagro de alcanzar la meta de crecimiento este año.
El único problema reside en lo que hará la FED en su próxima reunión.
O hace una pausa o vuelve aumentar la tasa en 25 puntos. Esto último podría ponernos en aprietos, ya que afectaría a la propia economía de Estados Unidos y también la nuestra.