Por: Jose Lois Malkun

La política monetaria ha sido el instrumento que ha permitido mantener cierta estabilidad en variables claves, como la inflación, el tipo de cambio y el crédito privado mediante facilidades, vía encaje legal, para otorgar préstamos a tasas de 9%.

Igualmente, ha mantenido un nivel de reservas netas equivalente a 5 y 6 meses de importación, redujo el monto de los títulos y valores en circulación en alrededor del 16% desde abril a la fecha y ha manejado con tacto y cautela la tasa de política monetaria.

El problema es que la política monetaria debe ir de la mano con la política fiscal para impulsar el crecimiento, mejorar el ingreso y reducir el desempleo.

Es evidente, que aún bajo una fuerte estrechez presupuestaria, los fundamentos macroeconómicos siguen mostrando solidez a pesar de un crecimiento más bajo en el 2025, que, en parte, se debe a factores externos que afectan por igual a casi todos los países e la región. Se estima que el crecimiento de Latinoamérica, Norteamérica y El Caribe está en alrededor de 2.1%.

Pero todo indica que en el 2026 la economía dominicana podría creer sobre al 4% y mucho mas si una reforma fiscal es aprobada antes de junio del 2026, con ingresos moderados de alrededor del 1.3% del PIB (entre 90 y 100 mil millones), dándole al gobierno los recursos necesarios para aumentar la inversión y coadyuvar con el crecimiento del PIB, en un momento donde las tasas de interés comienzan a bajar.

Si ambas cosas se combinan (aumento del consumo y la inversión público-privada), el 2026 podría ser un año de crecimiento alto (entre 4.3% y 4.5%).

Y si la oposición quiere sacarle partido a la reacción negativa de algunos sectores, que, de cualquier forma, nunca estarán de acuerdo con una reforma fiscal, quiero aclararle a los que sueñan con pajaritos en el aire, que, cualquier candidato de la oposición que llegara al poder en el 2028, lo primero que haría seria enviar una reforma fiscal al congreso y quizás mucho más dura (2% del PIB)

El propia expresidente Fernández dijo que dicha reforma era necesaria, aunque quizás con la mala intención de meter al gobierno en problemas.

Sin embargo, más allá de primer semestre del 2026, no es aconsejable hablar de reforma fiscal. Si algo se concreta debe ser entre finales de este año y principio del próximo.

El tiempo apremia y hay sectores que estarían dispuestos a sentarse con las autoridades y llegar a un acuerdo sobre este espinoso tema. Además, el país podría lograr una rápida mejora en su calificación de riesgo crediticio bajando las tasas de interés de su deuda mediante una reestructuración de sus pasivos.

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