Por. José Lois Malkun

Si hay algo que le da a Republica Dominicana confianza, solidez, seguridad e impulso económico, es la banca privada dominicana.

En su buen funcionamiento está el presente y el futuro de nuestra estabilidad, crecimiento y resiliencia ante los choque externos.

Con base en los datos disponibles de organismos internacionales, la Republica Dominicana posee uno de los sistemas bancarios más sólidos de América Latina y el Caribe, ubicándose entre los 5 mejores en términos de sus principales indicadores.

República Dominicana, Chile, Colombia, Costa Rica y Panamá encabezan la lista de los países con colchones de capital alto (solvencia/ICAP o índice de capitalización robustos), morosidad baja (≈2%–3% en la mayoría; R.D. ~2%), y liquidez holgada (LCR o ratio de cobertura de liquidez por encima de los umbrales requeridos.

Es un sector que ha mostrado una de las tasa de crecimiento más alta durante muchos años y es un soporte vital para el financiamiento del turismo, la industria, la agropecuaria, las Mypimes, el comercio y la construcción.

Muchos dominicanos en exterior, algunos muy conocidos por mí, me han expresado que prefieren tener sus ahorros en la banca dominicana antes que tenerlo en un banco regional de Estados Unidos. También muchos extranjeros piensan lo mismo y tienen inversiones en títulos y acciones emitidas en el pais.

En este contexto hay que destacar el rol del Banco Central de la Republica Dominicana y de la Superintendencia de Banco, que han sabido apoyar, legislar y regular el sistema financiero con medidas acertadas en momentos críticos, como durante la pandemia del Covid-19 y en los meses que siguieron el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, cuando las economías del mundo se desarticularon por el impacto en los precios del petróleo y la mayoría de los alimentos.

Periodo donde la inflación, en gran parte del mundo, superó los dos dígitos y la nuestra alcanzó 9.64%.

No podemos dejar de lado el rol de los altos ejecutivos de la banca dominicana, especialmente del Banco Popular Dominicano y el BHD, donde, en el primero, sobresalen figuras como Manuel Alejandro Grullón (cuyo padre fue pionero del desarrollo de la banca privada dominicana), junto a la excelencia gerencial y el talento de Manuel Jiménez, Rafael del Toro y Christopher Paniagua (actual presidente del BPD), y en el segundo, Luis Molina Achecar, que sobre sus hombros ha descansado por décadas el crecimiento y consolidación del BHD, acompañado en los últimos años por Carlos Guillermo León, Vicepresidente y el actual presidente del banco, Steven Puig.

Otro destacado miembro de ese grupo es Fausto Pimentel Peña, presidente del Banco Santa Cruz, que se ha posicionado en el cuarto lugar en términos de activos.

No quiero dejar de lado las asociaciones de ahorro y prestamos que han impulsado el desarrollo inmobiliario, el BDI, que ha participado en el desarrollo de Juan Dolio con varias edificaciones de lujo. Otros bancos medianos y pequeños, como el Scotiabank, Banesco, Promerica y el Banco del Caribe, algunos de capital extranjero, muestran solidos indicadores. Nombrar a todos los responsables del desarrollo de la banca dominicana sobrepasa el espacio de este articulo.

En este pais vivimos criticándolo todo, pero rara vez se destacan las cosas buenas que tenemos, que son mas que las cosas malas, no solo en el crecimiento de la economía (primer lugar en promedio en las ultima 3 décadas) y en el sólido sistema bancario, también en la reducción de la pobreza y el desempleo, en el ingreso per cápita (séptimo lugar en términos de Paridad del Poder Adquisitivo de 33 países de la región), en la ética y transparencia gubernamental y en la seguridad social (cobertura médica para todos) y ciudadana (quinto lugar más bajo en crímenes por cada 100 mil habitantes).

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