El crédito privado se consolida como una opción clave para empresas e infraestructura en América Latina, impulsado por la escasez de financiamiento público y el auge de los mercados locales, según un informe de Moody’s Ratings.

De acuerdo con la calificadora de crédito, el crédito privado está emergiendo como una fuente alternativa de financiamiento en Latinoamérica. un mercado que, aunque aún incipiente, muestra un crecimiento acelerado.

Tal como detalla la publicación de este miércoles, titulada Private Credit – Latin America & Caribbean de Moody’s Ratings, los activos administrados (AUM) en la región alcanzaron los US$14,9 mil millones en diciembre de 2024, frente a US$ 4,2 mil millones en 2015, lo que muestra un incremento que califican como sostenido a pesar de representar apenas el 0.6% del mercado global de crédito privado.

América Latina

Brasil domina el segmento, concentrando el 70% de los AUM regionales, seguido de México con 14% y Colombia con 10%.

La mayor parte del crédito privado se canaliza a préstamos directos a empresas del mercado medio, financiamiento de infraestructura y deuda bajo estrés financiero. Estas operaciones muestran la creciente necesidad de capital flexible y personalizado, especialmente en un contexto de desglobalización y relocalización de empresas.

Según Moody’s, “el crédito privado adquiere cada vez más importancia a medida que se desarrollan los mercados de capitales locales, el crecimiento económico impulsa una mayor demanda de crédito y las necesidades de financiamiento específicas presentan nuevas oportunidades para los inversores”. La madurez de los mercados de capitales brasileños en los últimos 15 años ha fortalecido la liquidez, permitiendo que los inversionistas minoristas diversifiquen su portafolio hacia instrumentos financieros con vencimientos prolongados, lo que podría favorecer la expansión del crédito privado.

En el ámbito de la infraestructura, la relevancia del crédito privado se incrementa debido a la limitación del financiamiento público y la reducción de préstamos bancarios.

La región enfrenta restricciones fiscales y macroeconómicas, como elevada deuda externa, déficits fiscales y la depreciación cambiaria, que dificultan la inversión pública en proyectos de gran escala. Así, fondos de crédito privado, aseguradoras y fondos de pensiones se han convertido en actores clave, ofreciendo estructuras de financiamiento flexibles, respaldadas por activos y con prioridad en el pago.

Ejemplos

Casos concretos incluyen la participación de BlackRock en Chile, con una colocación privada de bonos por US$155 millones y una línea de crédito de US$18 millones para proyectos solares de pequeña generación distribuida, y la colaboración de The Carlyle Group en el acueducto Aguas Esperanza por US$1.56 mil millones, junto a BBVA, Santander, Intesa, KfW, Natixis y Crédit Agricole. Moody’s destaca que estas operaciones permiten a los inversionistas acceder a proyectos con flujos de efectivo previsibles y diversificación de riesgo.

A pesar de este crecimiento, los bancos siguen siendo los principales proveedores de crédito en la región.

El informe indica que el 66% del financiamiento proviene de entidades bancarias, frente al 34% de los mercados de capitales, mientras que en Estados Unidos el 70% proviene de los mercados de capitales.

La alta rentabilidad bancaria, la penetración crediticia limitada y los obstáculos en la ejecución de garantías mantienen a los bancos en una posición dominante, aunque la expansión del crédito privado continúa ganando terreno.

Moody’s resalta que la proporción de capital privado destinada a fondos de crédito en América Latina ya supera el promedio global del 15%, y se espera que esta tendencia persista a medida que los administradores de activos buscan oportunidades en financiamiento de infraestructura y proyectos de capital a largo plazo.

“El crédito privado está desempeñando un papel fundamental al brindar financiamiento en áreas donde los mercados públicos y bancos se niegan a hacerlo por sí solos”, indica el informe.

El análisis concluye que, aunque el mercado de crédito privado latinoamericano aún es pequeño comparado con Europa, Medio Oriente, África y Estados Unidos, su desarrollo está en una fase inicial con gran potencial.

La combinación de mercados de capitales locales más sólidos, necesidades de infraestructura crecientes y un enfoque riguroso en la gestión de riesgos posiciona al crédito privado como un mecanismo clave para atender las demandas insatisfechas de financiamiento en la región.

La publicación también finaliza indicando que crédito privado emerge como un componente estratégico en la arquitectura financiera latinoamericana, ofreciendo flexibilidad y soluciones adaptadas a las necesidades del mercado.

A medida que la región busca financiar infraestructura, crecimiento empresarial y proyectos de largo plazo, este tipo de financiamiento podría redefinir la relación entre inversionistas, empresas y bancos, generando un ecosistema más diversificado y resiliente, según el informe de Moody’s.

Enfoque

Aunque América Latina representa solo el 0.6% del mercado global de crédito privado, la tendencia de crecimiento es clara.

El informe de Moody’s indica que, a diferencia de los mercados desarrollados, donde el crédito privado ha madurado y absorbido capital de otras inversiones, en América Latina este sector aún se encuentra en una etapa inicial, con gran potencial de expansión.

Las operaciones típicas incluyen préstamos directos, financiamiento de deuda en estrés y estructuras respaldadas por activos, que permiten rendimientos más predecibles para los inversionistas.

Además, el crédito privado ha comenzado a colaborar con los bancos tradicionales, creando plataformas de cofinanciamiento y fondos de infraestructura. De acuerdo con la publicación, este enfoque combina la experiencia bancaria con la flexibilidad de los fondos alternativos, ofreciendo soluciones financieras más personalizadas y eficientes.

Moody’s resalta que estas tendencias reflejan una transformación gradual en la dinámica de financiamiento de la región, donde la diversificación y la innovación son clave para atender necesidades de capital de largo plazo.

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