Los déficits fiscales constituyen uno de los principales retos de las economías latinoamericanas, los cuales se profundizaron tras los efectos de la pandemia del covid-19. Los subsidios estatales y la emisión de deuda soberana atrajeron el fantasma de los números rojos a la mayoría de los países.

A mediados del año pasado, los economistas María José González Jaramillo y Juan M. Hernández, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), advirtieron sobre una “fatiga fiscal en América Latina y el Caribe”, calificándola como una amenaza creciente para los países de la región.

La fatiga fiscal, según su definición, se refiere al punto en el que el balance primario de un gobierno (balance fiscal menos los pagos de intereses de su deuda) ya no puede responder adecuadamente al creciente nivel de endeudamiento. Es decir, “es el punto en el que los gobiernos no pueden aumentar sus ingresos o reducir el gasto con la misma rapidez con la que aumenta su deuda”.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que el déficit presupuestario de América Latina subiría al 4.6 % del producto interno bruto (PIB) regional en 2023 desde el 3.4% registrado en 2022. Su esperanza es que se mantenga en ese nivel en 2024. El reto surge, entonces, en la diversidad que caracteriza a las economías latinoamericanas.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el informe “Panorama fiscal de América Latina y el Caribe, 2024: política fiscal para enfrentar los desafíos del cambio climático”, destaca que en 2023 el entorno regional se vio influido por el deterioro de las condiciones macrofinancieras mundiales y regionales.

Señala que en América Latina se profundizaron los déficits fiscales, ya que la recaudación tributaria perdió dinamismo como resultado de una menor demanda agregada y la caída de los precios internacionales de las materias primas. De su lado, indica que en el Caribe se observó un incremento en los superávits primarios por un ajuste del gasto primario. Observa que la deuda pública en la región se mantuvo elevada y el alza en los pagos de intereses ejerce mayor presión sobre las cuentas fiscales.

“En un contexto de bajo crecimiento económico, y ante el creciente reconocimiento del papel clave que el sector público debe desempeñar en el fomento del desarrollo productivo, sostenible e inclusivo, se vuelve fundamental analizar el rol de la política fiscal para hacer frente a los desafíos del cambio climático”, subraya.

Diferencias

El Foro Latinoamericano de Reservas (FLAR) considera que el promedio de los déficits fiscales como porcentaje del PIB aumentó a 5.6% en 2023, desde un 3.6% en 2022. Aquí hay una clara diferencia de enfoques.

Los economistas Camilo Contreras, Carlos Giraldo, Iader Giraldo, Andrés Valqui y Liz Villegas, del equipo de técnicos de esta entidad, hablan de la resiliencia macroeconómica en un contexto internacional menos favorable.

La CEPAL explica que los pagos de intereses fueron el componente del gasto total que presentó el mayor aumento en América Latina en 2023. Señala que varios factores influyeron en este resultado, incluido el aumento del nivel de endeudamiento en los últimos años, la dinámica de las tasas de interés y movimientos en los tipos de cambio.

Se destaca en particular, según la institución, el aumento de la tasa de interés a largo plazo en Estados Unidos, que sirve como tasa referencial para la deuda externa ya contratada a tasas variables, así como para nuevas colocaciones de deuda en mercados financieros internacionales. Para las economías con mayor ponderación en América Latina, el FMI previó que el déficit público de Brasil pasaría del 3.1% del PIB en 2022 al 7.1% en 2023 y que bajaría al 6% en este 2024.

Respecto a México, indica que caería cuatro décimas respecto a 2022, hasta el 3.9%, pero que para este año volverá a situarse en el 5.4%, mientras que Argentina vería aumentar su déficit presupuestario al 4% del PIB en 2023 (3.8% en 2022) y al 6% en 2024.

Datos del Banco de Brasil, reseñados en Xinhua, establecen que el sector público consolidado registró en 2023 un déficit primario de aproximadamente US$50,221 millones, equivalentes al 2.29% del PIB, tras anotar un superávit de US$25,403 millones (1.25%). El país suramericano no cumplió con la meta, que era de US$46,673 millones.

Respecto a Uruguay, el FMI estuvo en abril de este año en la revisión conforme la Consulta del Artículo IV correspondiente a 2024. Señaló que el déficit del sector público aumentó hasta el 3.2% en 2023, aunque resaltó que con relación el Banco Central se mantuvo estable. Sin embargo, a la deuda del sector público no financiero aumentó al 64.5% del PIB.

Los técnicos de organismo financiero esperan un fuerte repunte económico en 2024, y los riesgos macroeconómicos están balanceados en términos generales. Proyectan un crecimiento del 3.7% en 2024 y del 2.9% en 2025, sustentado por la reactivación de las exportaciones agrícolas, el aumento de la producción de celulosa, la flexibilización de las condiciones financieras y el robusto consumo privado derivado de la recuperación de los salarios reales y de la normalización del diferencial de precios con Argentina.

En lo que tiene que ver Argentina, el FMI había previsto un 1.9%, pero terminó 2023 en 2.9%, lejos del compromiso asumido con esa entidad. Sin embargo, como consecuencia de la dinámica de los ingresos y gastos del sector público no financiero, en los 12 meses del año se acumuló un déficit primario del 2.7% del PBI.

La economía de Chile también cerró el segundo año de Gabriel Boric con un déficit fiscal mayor al proyectado y un incremento en la deuda pública. A pesar de las cifras optimistas entregadas por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, hubo deterioro de la situación fiscal. La deuda pública cerró en un 39.7% del PIB, superando las proyecciones iniciales de Hacienda. Este resultado representa un aumento de 1.5 puntos porcentuales en comparación con la última estimación vigente y marca el nivel más alto desde 1990.

Según el FMI, las políticas macroeconómicas han contribuido a la estabilidad económica. Ante una rápida bajada de la inflación, el Banco Central de Chile ha reducido la tasa de política monetaria en 400 puntos base desde julio de 2023.

El FMI también visitó Perú este año. Destaca que su economía se está recuperando tras sufrir choques consecutivos.

Resalta que la situación fiscal siguió siendo sólida, aunque el déficit fiscal (del sector público no financiero) se situó en 2.8% del PIB (por encima de la meta de la regla fiscal de 2.4% del PIB), debido a una recaudación insuficiente asociada a la desaceleración económica.

Como resultado de una importante compresión de las importaciones y mejores términos de intercambio, la cuenta corriente arrojó un superávit de 0.6% del PIB. Las reservas internacionales permanecen en un nivel adecuado de alrededor de 28% del PIB.

Además de los resultados deficitarios de países como Colombia, Bolivia, Paraguay y Venezuela, éste último con dados extraoficiales, el caso de Ecuador llama la atención por tratarse de una economía dolarizada, que ha pasado por situaciones de seguridad interna que han afectado la actividad productiva.

Esta nación gastó US$25,027 millones, pero sólo recaudó US$19,570 millones en 2023, lo que abre un déficit US$5,457 millones, para un déficit fiscal primario de 21.8%, que equivale al 5% del PIB, uno de los más altos de la región.

Panamá es otro caso de análisis, pues se ha producido una importante consolidación fiscal, según el FMI. El déficit fiscal general del sector público no financiero (SPNF) de esa nación de América Central disminuyó del 10.2% del PIB en 2020 al 4.0% 2022, pero pasando al 3.0% 2023.

Generalización

Al realizar un análisis a nivel de país, se observa que los resultados financieros globales son heterogéneos. Costa Rica, El Salvador, Honduras y República Dominicana aumentaron sus déficits globales, mientras que Guatemala lo redujo, y Nicaragua (a septiembre 2023) muestra un superávit global.

La Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano (SECMCA) explica que la política fiscal mantiene una postura cautelosa en toda la región frente a condiciones financieras más restrictivas y un ambiente de incertidumbre sobre el desempeño de la economía global. La disciplina en el control del gasto público y el comportamiento positivo de la recaudación tributaria han permitido, en general, moderar los resultados financieros gubernamentales en todos los países.

Señala que las finanzas públicas de la región de Centroamérica y el Caribe culminaron 2023 con un déficit conjunto, a nivel de gobierno central, de 2.4% del PIB regional (2.2 % en 2022). Este resultado financiero, indica, se logra bajo una coyuntura macroeconómica caracterizada por condiciones financieras más restrictivas, y acompañado por una gradual desaceleración de la actividad productiva, tanto en los países de la región como en sus principales socios comerciales.

En República Dominicana las acciones de política fiscal, en primer lugar, han mejorado la recaudación tributaria, registrando un aumento interanual de US$1,481.3 millones.

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