El artículo que sigue fue publicado por el suscrito en el Listín Diario el 2 de mayo del 2011. Han transcurrido 12 años y el deterioro del servicio de telecomunicaciones se ha profundizado y se ha convertido de un desastre en un caos.

Comunicar un teléfono es imposible. Las “caídas” o cortes de Internet son cada vez más frecuentes.

El órgano regulador, el INDOTEL, parece que no hace nada y que solo sirva para botellas y recibir la contribución fiscal de 2% de la facturación y tener una nómina clientelar inservible y sin ningún plan a pesar del evidente deterioro del servicio.

El Estado debe actuar con un plan inmediato para detener la hemorragia y exigir los niveles de inversión necesarios para un servicio óptimo.

De ello va la competitividad del país y la cacareada modernización. El turno es para las altas esferas del Estado.

“El servicio telefónico se deteriora cada día. Parecería que las prestadoras privadas de servicios de telecomunicaciones son “chivos sin ley”.

Los “apagones” de celulares, la aplastante mayoría de los casi 10 millones de números telefónicos registrados, son ya parte de la cotidianidad. El servicio de Internet “viene y se va” casi como la electricidad.

Hasta hace unos pocos años, los dominicanos nos “enorgullecíamos” del servicio de telecomunicaciones que teníamos. De su modernidad y de su eficacia.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué las telecomunicaciones “se han venido abajo” en tan corto tiempo? Una combinación de factores pueden darnos la pista.

A pesar de que en 1998 se inició una reforma regulatoria que modernizaba el marco jurídico y regulatorio (Ley 153-98), los cambios de propiedad y la masificación han arrasado con la calidad de los servicios.

A pesar que el organismo rector de las telecomunicaciones (el INDOTEL) ha publicitado mucho la expansión del servicio y la libertad de inversión, la falta de adecuada intervención del Instituto de las Telecomunicaciones en los cambios en marcha, ha causado el progresivo deterioro que se verifica luego de la salida de Verizon y la compra de Codetel por parte de América Móvil (Telemex), del Grupo de Carlos Slim.

Subinversión se combina con una masificación sin regulación en cuanto a estándares de calidad de servicio.
Subinversión que afecta la capacidad de los equipos instalados para una cantidad de equipos y servicios que ha crecido de forma geométrica.

Según estadísticas de Indotel, en 10 años (2000-2010) pasamos de un total de 1,599,595 líneas (894,164 fijas y 705,431 móviles) en el 2000, a 9,902,689 líneas totales en 2010 (1,009,906 fijas y 8,892,793 móviles).

De un cuasi monopolio de Verizon (Codetel) en 2000, que sólo tenía como competidor real a un relativamente pequeño inversor agresivo local (Tricom) limitado al servicio móvil, pasamos a un mercado de más proveedores, con un estancamiento del servicio fijo –sólo crece 12% en 10 años– y una expansión geométrica de 1260% del servicio móvil.

En el 2001 surge la modalidad del servicio móvil prepago, es decir, que el cliente solo consume la cantidad que compra por adelantado, lo que provoca una explosión de la demanda.

La tasa de crecimiento del servicio móvil del 2001 fue de 80%, y tasas de 2 dígitos entre el 43 y 12% anuales durante toda la década. ¿Qué cambió en el mercado? De un mercado de alto y medio ingreso, se pasó a un mercado mayoritariamente de bajo ingreso, menos demandante y por tanto con estándares de calidad menos exigentes.

El cambio de propiedad de Codetel (Verizon) a América Móvil, acostumbrada a estándares de menor calidad, y la poca competencia del otro ofertante importante de servicios móviles (Orange/France Telecom); la desaparición virtual de Tricom y la debilidad de los otros proveedores, dan como resultado una reducción planificada de los niveles de calidad del servicio en detrimento del usuario.

Lo mismo sucedió con las cuentas de Internet.

Con 52.761 cuentas en 2000 pasamos en 2010 a tener 622.931, para un crecimiento casi tan explosivo como el de la telefonía móvil, ascendente a 1.180%.

Mantener estándares de calidad en esas circunstancias con una fiera competencia de precios, requiere de un organismo regulador muy fuerte, sin interferencia de los intereses de las prestadoras.

Ese no ha sido el caso. Incluso, el anterior presidente de Indotel, José Rafael Vargas, advirtió en 2009 de la posible evolución actual.

El 13 de julio de ese año, el Diario Libre reportó lo siguiente: “La República Dominicana podría pasar de ser un modelo en materia de desarrollo de comunicación a la triste realidad de colocarse entre los países tercermundistas que ofrecen una pobre comunicación telefónica.

Esta afirmación es del director del Instituto Dominicano de Telecomunicaciones (INDOTEL), José Rafael Vargas, durante un discurso que pronunció en el acto de apertura del Foro Nacional de sobre los Avances de las Telecomunicaciones y la Tecnología de la Información”.

Sin embargo esa evolución no era una fatalidad. La responsabilidad reside en empresas depredadoras y un organismo regulador débil cuando cómplice, atrapado por los intereses sectoriales, que no impone su autoridad, exigiendo mayores niveles de calidad y aplicando sanciones a los violadores.

La masificación de los servicios públicos es un reto para el equilibrio entre mercado y Estado. La ineficiencia de los servicios públicos nos han colocado en una peligrosa situación de pérdida de competitividad del aparato productivo nacional.

La electricidad y el desastre de ese sector es la mayor calamidad en ese sentido.

La falta de servicios públicos adecuados de regulación municipal (saneamiento urbano, transportes, alumbrado público, acueductos, alcantarillados, entre otros), en parte por la intervención desdichada del gobierno central a partir de los años 1960, se une ahora a un progresivo deterioro de uno de los sectores que daban competitividad al país: las telecomunicaciones.

El Estado debe intervenir de forma urgente. Las prestadoras deben sujetarse a las regulaciones y a la excelencia del servicio.

Mientras, los usuarios de todo tipo sufrimos el actual desastre de las telecomunicaciones”.

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