Voraces, prepotentes, abusadores, traficantes y evasores, no son los que viven en barrios pobres, asaltan en las calles y roban casas de familias.

Muchos son de saco y corbata, grandes y medianos empresarios, reconocidos cabilderos que se prestan a todo, políticos mercantilistas y personas que se dedican a falsificar documentos, hacer facturas falsas y servir de testaferros.

Esta gente opera debajo del radar de las autoridades, pero cuando son descubiertos salen ilesos.

Dentro de esta camada hay personajes prepotentes que se creen intocables, traficantes de influencia y cabilderos, evasores consuetudinarios, lavadores de activo, traficantes de droga y los que conspiran sin cesar para desestabilizar el país.

Su voracidad por el dinero no tiene límites, pero son intocables.

Recuerdo un caso en el gobierno de Hipólito Mejía que, a un haitiano por robarse un salchichón en Elías Piña, sin mal no recuerdo, un juez lo condenó a 15 años de prisión. Eso después se rectificó.

Pero si te robas 500 millones te condenan a 5 o 10 años y a la mitad del periodo te dejan libre por buen comportamiento.

Ni a los traficantes de droga que deportan a Estados Unidos le aplican una condena como la del salchichón. Muchos de esos traficantes negocian la fiscalía y consiguen penas menores.

Si en mi casa me atraso dos días en el pago de la energía, me la cortan, pero hay turpenes que adeudan millones de pesos y sigue recibiendo el servicio porque no se atreven a suspenderlo.

Se han tomado acciones contra exfuncionarios y empresarios que cometieron actos de corrupción en el pasado.

Tambien tenemos un ministerio público más independiente y sin la influencia de las altas esferas del poder. Sin embargo, estamos lejos de aplicar un régimen de consecuencia contra muchos depredadores que se mueven debajo del radar.

Un régimen de consecuencias es un sistema mediante el cual se evalúan y aplican fuertes sanciones penales en respuesta a acciones ilegales, especialmente contra el estado.

Pero aquí casi todo se negocia cuando se trata de contrabando de mercancía, subvaluaciones, evadir el pago de impuestos, empleando haitianos ilegales o lavar dinero sucio.

Muchos chinos descubrieron que este es un paraíso fiscal y están expandiendo sus negocios en todo el país.

Al no someter a la justicia a esos infractores, los que cumplen sus obligaciones fiscales se rinden ante esa injusticia y terminan quebrados o haciendo lo mismo.

Duele ser honesto en este país, cuando esa honestidad no tiene reconocimiento. Un contribuyente físico o persona, que se desenvuelve como profesional independiente brindando asesoría, paga más impuestos que muchas empresas que venden sobre 100 millones al año y tienen 80 empleados.

Y a ese profesional, la renta lo crucifica si no paga a tiempo el ITBIs o el ISR. Pero el empresario justifica cualquier incumplimiento con el fisco sobre la base de que genera muchos empleos y que despedirlos producirá más pobreza.

Excelente argumento para la vagamundería.

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