A principios de noviembre, Adrian Butkus, de 43 años y padre de dos pequeños, invirtió 600.000 dólares, gran parte de sus ahorros de toda la vida, en una cuenta de BlockFi, empresa de compraventa de criptomonedas. BlockFi había publicitado la cuenta como una opción libre de riesgos que ofrecía intereses del 6,5 por ciento, más de lo que Butkus podía obtener en cualquier otra parte.

Solo unos días después, cuando el desplome de la casa de cambio de criptomonedas FTX sacudió la criptoindustria en su conjunto, Butkus le pidió a BlockFi que le devolviera su dinero. Para su desgracia, la empresa había suspendido todos los retiros de los clientes, según dijo, por sus estrechos vínculos financieros con FTX. Para finales de noviembre, BlockFi también se declaró en quiebra.

Butkus no sabe cuándo verá de nuevo su dinero (o si acaso lo verá). Es uno de los millones de inversionistas individuales de todo el mundo que invirtieron dinero en activos digitales porque estaban convencidos de que la criptoindustria era un sistema financiero estable. Estaban conscientes de la volatilidad y los drásticos cambios de precio del bitcóin y otras criptomonedas. Lo que ha resultado una enorme sorpresa para muchos es que las empresas en las que depositaron su dinero no contaban con las protecciones básicas que ofrece un banco o una agencia de intermediación.

“Estas empresas te dan la impresión de gozar de seguridad bancaria”, comentó Joshua Fairfield, profesor en la Escuela de Derecho de la Universidad de Washington y Lee en Virginia que se especializa en cuestiones de tecnología. “Estas empresas quieren tener la confianza de los clientes, pero ninguna de las responsabilidades asociadas con una institución financiera regulada. Un esquema así sencillamente no funciona”.

Es más, cuando un banco o una agencia de intermediación quiebra, existen fondos garantizados por el gobierno establecidos para que, en general, los inversionistas reciban su dinero de regreso. La industria de las criptomonedas, en su mayoría, no cuenta con ninguna de estas protecciones. Además, como las empresas quiebran y el valor de algunos activos del criptomundo es incierto, los clientes comunes y corrientes quedan al final de una larga fila para recibir su dinero, detrás de los grandes bancos y empresas de compraventa.

Butkus dijo que había invertido con BlockFi aunque sabía que las cuentas no estaban aseguradas. Según la oferta de BlockFi, le prestó sus 600.000 dólares por un plazo de seis meses a cambio de un rendimiento del 6,5 por ciento. BlockFi convirtió ese dinero en un activo digital que utilizó para conducir su negocio de compraventa de criptomonedas.

Cuando el material publicitario y los agentes de ventas de BlockFi le dijeron que su inversión estaba segura y podía recuperarla en cualquier momento, les creyó.

“Me convencieron de que no había ningún riesgo”, se lamentó Butkus, y añadió que no sabía que BlockFi, que había obtenido dinero en préstamo de FTX, tenía vínculos tan estrechos con la casa de cambio.

Gran parte del dinero que invirtió Butkus, un empresario independiente, provenía de la venta reciente de su casa en Plainfield, Illinois. Esperaba incrementar sus ahorros con los intereses obtenidos por su préstamo a BlockFi y luego utilizar el dinero para construir una nueva casa para su familia. Ahora se pregunta dónde vivirá con su familia, que por ahora se hospeda con sus suegros.

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