Directivos de los grandes bancos estadounidenses advirtieron este miércoles en el Senado de EE.UU. de los efectos negativos que puede tener un aumento de la regulación en el sector, y más concretamente de la adaptación en este país de las normas de Basilea III que prepara la Reserva Federal.
Basilea III es un conjunto de medidas acordadas internacionalmente que el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea desarrolló en respuesta a la crisis financiera de 2007-09 y que busca reforzar la regulación, la supervisión y la gestión del riesgo de los bancos.
Su adaptación al sector en Estados Unidos, no obstante, sigue pendiente, y varios directivos de los grandes bancos expresaron en el Senado su preocupación por la propuesta que prepara la Reserva Federal y que supone mayores exigencias de capital.
El presidente y responsable ejecutivo de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, advirtió de que la propuesta «aumentaría injustificada e innecesariamente» los requisitos de capital de los grandes bancos estadounidenses entre un 20 y un 25 %.
Esto provocaría, añadió Dimon, que las entidades verían «limitada» su capacidad de desplegar capital en los momentos más necesarios.
Para el directivo, la norma tendría «un efecto dominó perjudicial en la economía, los mercados y las empresas de todo el mundo».
El director ejecutivo de Goldman Sachs, David Solomon, fue más allá al señalar que las normas Basilea III Endgame «se concibieron para crear un conjunto común de estándares internacionales de capital sin elevar la cantidad agregada de capital», pero la propuesta estadounidense «hace exactamente lo contrario».
«Es significativamente más estricta que la de cualquier otra jurisdicción y aumentaría nuestros requisitos de capital en aproximadamente un 25 %», dijo Solomon sobre la aplicación en Estados Unidos.
Añadió que el propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reconoció esta cuestión en su declaración sobre la propuesta de Basilea, y citó también al presidente de Supervisión del Banco Central Europeo, Andrea Enria, quien afirmó que «(con las normas estadounidenses) los requisitos serían significativamente más elevados para los «G-SIB», los bancos sistemáticamente más importantes de Europa.
Además insistió en que asumir esta nueva norma elevaría los costes de los créditos a particulares y empresas y repercutiría negativamente en la economía del país.