La Reserva Federal, la autoridad monetaria de Estados Unidos, ha aprobado este miércoles la sexta subida en el precio oficial del dinero en lo que llevamos de año. El organismo que preside Jerome Powell ha cumplido con las expectativas de los mercados y ha elevado los tipos de interés otros 0,75 puntos porcentuales, lo que deja el tipo de interés principal del dólar en el 4%. Sin embargo, poco después de conocerse la decisión, Powell ha señalado que el ritmo de subidas podría empezar a frenarse ya en diciembre.
En el comunicado que ha acompañado a su decisión, el comité federal ha destacado que “la inflación sigue siendo elevada”, alentada por una invasión de Ucrania que está causando “tremendas dificultades humanas y económicas”. Una guerra que está creando una presión al alza en la inflación y que perjudica a la actividad económica global. El comité ha insistido en que está “fuertemente comprometido” con devolver la inflación a su objetivo a medio plazo del 2%.
“Sin estabilidad en los precios, la economía no funciona para nadie”, ha expresado Jerome Powell en la rueda de prensa posterior al anuncio. Powell ha subrayado que esta no será la última subida de tipos que vea EE UU en los próximos meses. De hecho, el presidente de la Fed ha apuntado a que el límite a partir del cual la Reserva Federal frenará su escalada es ahora más alto que el que esperaban en septiembre. Sin embargo, Powell ha deslizado que “en un momento dado será apropiado frenar el ritmo de subidas”, un tiempo que podría llegar en la próxima reunión (diciembre) o en la siguiente a esta, ha dicho.
Más presión al BCE
La Fed ha intensificado sus esfuerzos para aplacar una inflación que se resiste a bajar y ejerce así más presión sobre el Banco Central Europeo (BCE), que va muy por detrás de la autoridad monetaria estadounidense en su carrera por subir los tipos. En comparación con EE UU, donde el interés oficial del dinero alcanza ya el 4%, en la eurozona el tipo principal se sitúa en el 2% tras la última subida aprobada por el BCE la semana pasada.
La autoridad monetaria a cargo del dólar es quien lleva la batuta en la carrera de subida de tipos en la que los principales bancos centrales del mundo llevan meses inmersos para tratar de domar una inflación que se resiste. El ritmo endiablado que marca la Fed está siendo difícil de digerir para el BCE, que teme pasarse de frenada con los tipos y sumir a los países del euro en una recesión cuando la recuperación económica tras la pandemia es aún muy débil en el Viejo Continente.
A menudo se comparan las subidas de tipos de interés con una “medicina amarga”. Esto es así porque el precio del dinero es la principal herramienta que tienen los bancos centrales para luchar contra una inflación que devalúa los salarios y puede terminar por frenar el crecimiento. Cuando los tipos suben, tomar dinero prestado resulta más caro. Eso desincentiva a que los hogares se lancen a hipotecarse, aumenta el atractivo del ahorro y frena la inversión en las empresas. El problema es que, por el camino, daña la economía. Como la demanda baja, la actividad se resiente y si la subida es demasiado brusca, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Además, en Europa está la dificultad añadida de las frágiles finanzas públicas. Varios países del Viejo Continente tienen una deuda pública que supera el 100% del PIB (entre ellos España). Cuando el precio del dinero sube, a los Estados les resulta más caro endeudarse, una cuestión que no es baladí en un momento en el que Europa está tirando de chequera para tratar de amortiguar los efectos de la inflación sobre los ciudadanos. Aunque por ahora las primas de riesgo siguen bajo control, el fantasma de la crisis del euro de 2012 sigue muy presente.
El problema para Europa es que, mientras EE UU siga subiendo tipos más rápido que el BCE, el euro seguirá debilitándose. Esto aporta un plus adicional a la inflación, pues la energía -el principal motor de la inflación en Europa- se compra y se vende en dólares en los mercados internacionales. Pese a todo, el BCE sigue obstinado con su compromiso de reducir la inflación a toda costa. La propia presidenta del organismo, Christine Lagarde, dejó claro el martes que habrá más subidas de tipos, aunque la probabilidad de que Europa entre en recesión “ha aumentado”.