La banca europea no recupera la calma. Cerrada la crisis de Credit Suisse con su absorción forzosa por UBS, el foco se pone ahora sobre el Deutsche Bank, otra entidad que lleva años dando muestras de vulnerabilidad. Los seguros contra impagos (CDS) del mayor banco alemán se han disparado este viernes, e inmediatamente las pérdidas se han extendido como la pólvora por todo el sector sin excepción. Con la operación de rescate de Credit Suisse todavía muy presente, y la crisis de la banca regional estadounidense que se ha llevado a dos entidades por delante todavía sin cerrar, la sensibilidad de los inversores está a flor de piel. Eso se reflejaba este viernes en la evolución del índice Stoxx Europe 600, que agrupa a los principales bancos europeos, más de un 5% abajo. Deutsche Bank (-13%), Commerzbank (-10%) Société Générale y UBS (-7%), están entre los más penalizados. Si se miran los españoles, el Sabadell se deja un 7%, el Santander y BBVA un 5%, y CaixaBank un 4%.

Las autoridades monetarias y gubernamentales llevan días insistiendo en la fortaleza del sistema financiero europeo, pero el recado no cala. El temor a que las turbulencias no hayan desaparecido y se inicie un nuevo seísmo con epicentro en Fráncfort gana terreno como nueva preocupación. A nadie se le escapa que el Deutsche Bank —como le ocurría a Credit Suisse— se ha visto mermado por más de un lustro de escándalos. La entidad fue multada en 2015 con 2.500 millones de dólares por participar en la manipulación del índice líbor (tasa de referencia del mercado interbancario londinense) junto a otros bancos; en 2018, fue investigada por Bruselas por formar parte de un cartel en el mercado secundario de bonos soberanos y en 2019 por un cartel en el mercado de divisas. La Comisión Europea tiene abierta una investigación para saber también si manipuló el mercado secundario de deuda pública en la negociación de valores en euros entre 2005 y 2016. Pese a los múltiples frentes, el banco pareció recuperar el pulso en 2022, cuando ganó más de 5.000 millones de euros, su mejor resultado desde antes de la crisis financiera.

Los problemas de confianza vuelven a la banca justo cuando los líderes europeos están celebrando una cumbre que pretendía enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados financieros. Pero en una decisión poco habitual sobre la que aún no han trascendido explicaciones, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el del Consejo Europeo, Charles Michel, han decidido no intervenir en rueda de prensa al término del encuentro.

Deutsche Bank tiene una capitalización bursátil de 16.500 millones de euros, y en lo que va de año ha perdido en Bolsa la cuarta parte de su valor. Este viernes anunció su intención de amortizar anticipadamente 1.500 millones de dólares (1.379 millones de euros) en deuda subordinada. Una vez rescatado Credit Suisse, el banco alemán era el gran candidato a estar en el candelero si regresaba la incertidumbre al mercado. Y así ha ocurrido. Hay similitudes entre ambos: son símbolos financieros de sus respectivos países, aunque venidos a menos, han estado en el punto de mira de los reguladores por sus malas prácticas, recurrieron a inversores del Golfo Pérsico para capitalizarse, y sus acciones llevan años desangrándose tras haber tocado techo en 2007, antes de la Gran Recesión.

El tamaño de Deutsche Bank, sin embargo es mayor, y por tanto mayor su potencial impacto sobre el sistema financiero: a cierre de 2022 contaba con 1,3 billones de euros en activos, más del doble que los 570.000 millones de Credit Suisse en esas fechas. Esas cifras le colocan como el octavo mayor banco europeo (Credit Suisse era el décimoséptimo).

Todos los indicadores recogían este viernes el miedo a que se abra un nuevo capítulo de la crisis bancaria: el euro pierde casi un 1% ante el dólar al crecer la posibilidad de que el Banco Central Europeo se vea obligado a ralentizar las subidas de tipos. Los principales índices bursátiles sufren importantes números rojos: el Ibex 35 español cae casi un 3%, prácticamente lo mismo que el Eurostoxx 50. Los parqués de París, Berlín y Londres bajan más de un 2%. Y el barril de petróleo brent, de referencia en Europa, pierde más de un 4% hasta los 72 dólares ante la posibilidad de que la economía se resienta por los problemas de la banca y el crédito fluya con menos fuerza, lo cual aumenta el riesgo de una recesión.

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