A veces el país se duerme oyendo canciones viejas de políticos desgatados y desprestigiados.

Esos que no quieren hablar del pasado y que ven hasta en las tormentas y la muerte una oportunidad de sacar filo político.

¿Improvisación, descuido, inadvertencia? Nada de eso.
Hasta la alcaldía de Distrito Nacional advirtió con suficiente tiempo que no se sacaran bolsas de basura a la calle hasta que pasaran las lluvias.

Yo solo vi que en la web del Centro Nacional de Huracanes la advertencia sobre el paso de una tormenta tropical entre Cuba y Haití, donde República Dominicana seria afectada por fuertes lluvias de hasta 100 milímetros de agua en 24 horas, especialmente en la zona fronteriza y el sur del país.

Eso es mucha agua, pero jamás para producir los daños causados ya que fueron más de 300 milímetros de agua que cayeron entre el viernes y el sábado en algunos lugares.

¿Alguien era capaz de predecir esa cantidad de agua en un solo día?. Ni Mandrake el mago.

La naturaleza golpea y lo hace con dureza, pero la predictibilidad de los modelos matemáticos usados por los expertos en el clima, fallan con frecuencia.

Los dominicanos saben cómo echar a un lado esas viejas canciones y levantar su espíritu y energía para recuperarse de la tragedia. Yo lo viví durante el Huracán David y la Tormenta Federico en el 1979, cuando era Subsecretario de Agricultura.

En 48 horas cayeron más de 600 milímetros de agua que inundó el 70% del país, sin incluir la destrucción, dos días, antes de la infraestructura causada por el Huracán de categoría 5, que nos cruzó de sur a norte. Pero en 6 meses aquí había comida hasta para botar.

El gobierno dominicano tiene los recursos y la voluntad para hacer lo mismo que en el 1979 y mucho más.

Y cuenta para ello con miles de voluntarios que ya están trabajando en las principales zonas afectadas por las lluvias el pasado sábado. Igualmente, otros tanto me hacen lo mismo, como los empleados de instituciones públicas, en especial, el MOPC, el MIVED, INDRHI, INAPA y las alcaldías, entre otras.

El gobierno, en adición a estos esfuerzos institucionales y de voluntarios, debe disponer de recursos líquidos para ayudar económicamente a las familias que han perdido su vivienda o sus muebles y enseres del hogar.
Esas familias no pueden pasar la navidad en las calles.

La reparación de viviendas es lo más importante y rápido para reponer el daño y después la infraestructura vial. Eso acelerará la inversión pública y dinamiza la economía beneficiando a los sectores mas vulnerables.

Por su parte empresas y bancos comerciales se han hecho presente con fuertes aportes económicos que ya superan los 300 millones.
Esos recursos deberían usarse para apoyar a miles de productores cuyos predios fueron arrasados por las aguas, a través del Banco Agrícola y el MAG.

También las compañías de seguros tendrán que desembolsar recursos millonarios a los que perdieron sus vehículos y daños a estructuras aseguradas.

Con el esfuerzo de todos los dominicanos, en menos de 6 meses habremos recuperado gran parte de lo destruido, excepto los lamentables fallecimientos de mas de 20 personas alrededor del país.

En lo que no podemos perder tiempo es discutiendo sobre la caída del muro del túnel del 27 de febrero con Máximo Gómez. Si se requiere abrir una investigación sobre este desastre, que se haga a través de una firma de ingenieros independiente y con representantes del CODIA.

Sabemos que muchas obras públicas construidas bajo contratos de grado a grado tienen problemas estructurales porque en todas hubo sobornos, falta de supervisión y urgencias electorales que estimulaban a los contratistas a terminar las obras sin medir calidad ni seguridad.

Todo ese dinero invertido en poco tiempo impactará en la economía de manera positiva donde los más vulnerables serán los mas beneficiados.

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