Unos meses después de la crisis bancaria del 2023, hablamos a lo interno del Banco Central, sobre la dolarización de la economía. Me gustaba la idea.
Nos reunimos en Washington con los directivos de la Reserva Federal y el Tesoro para que nos dieran un préstamo adelantado para cubrir el hoyo financiero dejado por tres bancos quebrados que sumaban unos 87 mil millones. Pero no lo aprobaron.
De haber obtenido esos recursos, la dolarización hubiera sido viable aun el proceso se extendiera al gobierno de Leonel Fernández, que posiblemente lo hubiera tomado en cuenta.
¿Por qué lo hicimos?
En el 2002, una crisis financiera en Uruguay obligó a un “festivo bancario” de 4 días ante la incertidumbre que rodeaba la reapertura de los bancos que podrían colapsar por la fuga de depósitos.
Las filas eran interminables y el terror se apodero de todos los depositantes.
¿Qué pasó después?
La reapertura de los bancos se hizo posible gracias a la urgente ayuda del tesoro de Estados Unidos, al Banco Central de Uruguay, que le transfirió esa mañana del lunes 1.500 millones de dólares.
Una cantidad muy similar a los 87 mil millones de pesos de perdidas generada por la crisis bancaria del 2023 en República Dominicana.
Este préstamo “puente y a corto plazo”, de Estados Unidos, le dio a Uruguay, según dijo el embajador norteamericano, “el respiro que necesitaba” hasta que llegue la misma suma de ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
De acuerdo con el plan de las autoridades uruguayas, gran parte de esa ayuda en dólares estaba destinada a garantizar los depósitos del público en cuentas corrientes y cajas de ahorro.
Según declaraciones del Secretario del Tesoro, Paul O’Neill, con estos fondos “se respaldará el 100 por ciento de todos los depósitos de cuentas a la vista y cajas de ahorro en dólares de los bancos públicos y privados de Uruguay.
Nuestra crisis bancaria fue un año después y muchos cuestionaron que los depósitos en cuentas corrientes y de ahorro en general fueran protegidos.
La última pregunta. Con una economía de fundamentos muy sólidos como la nuestra, con baja inflación y tipo de cambio estable y donde muchos sectores ya operan en dólares, nos preguntamos:
¿No es posible pensar en dolarizar la economía dominicana?
La Dolarización bajaría la tasa de interés, lo que incide positivamente en la inversión. Se elimina el riego cambiario. La tasa de inflación sería muy parecida a la de Estados Unidos (2%-3%), y el servicio de la deuda bajaría sustancialmente. Muchos otros cambios institucionales y leyes serían necesarios.
El problema es el costo de la dolarización. Bueno, nuestra deuda externa esta mayormente en dólar y la prima de riesgo se comprimiría si dolarizamos. Pero la deuda interna está en pesos y tendría que dolarizarse.
Otras desventajas son que el BCRD tendría un rol menos importante en la economía. Ya no seria el prestamista de ultima instancia que ofrece liquidez a los bancos o interviene para proveer liquidez a un banco con problemas.
La dolarización no elimina el riego de impagos, se necesitarán muchos recursos frescos para la conversión y el mayor reto es el tipo de cambio que se usara para valorar precios y salarios, evitando perder competitividad y poder de compra.
En fin, son muchos los pros y los contras, pero no se pierde nada con estudiar el tema y darle cifras para ver que si los beneficios superan el costo o viceversa.