Guillermo Caram

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Lo único que define claramente encuestas Greenberg y otras es que ya hay polarización: Abinader y Fernández.

Deberíamos propiciar que esa polarización beneficie nuestra democracia con actuaciones adecuadas de contendientes, en lugar de minarla con confrontaciones estériles.

No identificar ganador en primera vuelta constituye duro golpe al oficialismo sobre todo ponderando tendencia Latinoamérica: “73% de los presidentes latinoamericanos vieron sus partidos perder las elecciones”. El único caso favorable al oficialismo partidario fue Paraguay, aunque ganó el opositor intrapartidario. Ver: (https://www.bloomberglinea.com/2023/11/29/en-latam-los-oficialismos-son-cada-vez-mas-derrotados-en-las-urnas-por-que/)

Si bien Abinader apunta ganador en segunda vuelta, efecto psicológico de no ganar en primera y teniendo mayoría de Fernández entre pobres y jóvenes, sectores determinantes, la polarización será reñida.

La política es una ciencia social donde no aplican rigurosidades y precisiones de ciencias exactas como matemáticas y química.

El triunfador dependerá de como actúen contendientes: cuan bien y menos errores cometan.

Una competencia beneficiosa demanda de Fernández remozar su equipo mostrando caras nuevas mas allá de su hijo, al estilo Balaguer en 1986 con Minú Torres y la gorra “colorá”; rediseño estratégico,rediseñar su estrategia formulando propuestas para solucionar males recordando decisiones que tomó-especialmente en favor de jóvenes y pobres-cuando gobernó, en lugar de centrarse en críticas como la reciente sobre que recursos de renegociación AERODOM serán electoreros, haciendo recordar RD$55milmillones del 2012.

Y escogiendoescoger candidato(a) vicepresidencial comparables con prestigio, perfil y atributos de la actual incumbente.

Demanda que el gobierno admita que sus políticas y procederes no están proporcionándole dividendos políticos: Sus graciosos gastos corrientesSu propensión al gasto, endeudamiento, subsidio para todo, intentos de manejar percepciones encubriendo realidades mediante publicidad indigestante, cultivando adulonerías; rindiendo culto a personalidad de ejecutivos, montando de espectáculos protagonizados por el presidente que lo exponen al cansancio y agotamiento restándole capacidad de gobernar: gerenciar, instruir, supervisar y sancionar su funcionariado.

En cambio, beneficiaría democracia si se reorientara su gestión para obtener resultados que por si mismos se propagan; especialmente para contener inflación alimentaria, mejorar efectivamente seguridad ciudadana y servicios públicos: salud, educación, energía y transporte.

Así, la polarización Abinader-Fernández beneficiaría nuestra democracia.

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