Por José Alfredo Guerrero
La explicación es sobre los bonos deuda privada o pública. La Ley de Crédito Público no contempló reservar el uso de bono para los títulos o valores financieros y el término ahora comparte exposición mediática con los múltiples instrumentos de apoyo a familias vulnerables del Estado (Bono Gas, Bono Escolar…).
Arrancamos con que el rendimiento exigido a un bono del gobierno de los EUA sumado a los puntos básicos del EMBI de República Dominicana en una misma fecha da una idea del valor del cupón para emitir nuevos bonos soberanos al día siguiente.
Los datos de cada país no son registros de percepciones de un potencial inversionista o real tenedor de bonos al momento de ser sorprendido en una esquina por un reportero de medio financiero.
Tampoco el promedio de los resultados finales de una encuesta que completan seguidores de portales como INVESTOPEDIA.
Ambos rendimientos lo que indican es el promedio representativo de las transacciones reales que ocurren en el día se reportan, es un voto expresado en papeletas colocadas en los instrumentos financieros.
Una participante de la facilitación de repaso sobre el curso en línea Fundamentos de Finanzas de la Escuela de la Superintendencia de Bancos colocó en Teams la captura de pantalla de la página del Tesoro de los Estados Unidos para un bono a 20 años, el rendimiento exigido a un bono soberano dominicano con vencimiento en el 2045 y el valor del EMBI, los tres a la misma fecha.
La joven con estas informaciones mostró a sus compañeros de Templaris que era imposible que un funcionario pudiera sugerir salir al mercado con un cupón similar al de los Estados Unidos, la situación hipotética planteada en la dinámica del ejercicio.
Aunque eso es correcto, en la administración de la deuda soberana o política cambiaria no han faltado sus díscolos.
Hace unos años unos tenían pretensiones de saltarse el pago de cupones correspondía al período de transición gubernamental, que casi de forma automática lleva a una degradación inmediata del riesgo crediticio y a parar todos los desembolsos.
También de bien atrás, no había nacido un solo templario, un gobernador del Banco Central inauguró su gestión anunciando su meta de poner nuevamente el valor del peso a la par con el dólar.
En efecto, buscaría restaurar esa majestuosidad de la cotización uno a uno durante la Era Gloriosa que veía mancillada por el promedio de tres por uno los meses antes de su coronación en mecedora.
El siguiente paso con los participantes fue entender la forma en que los mercados se refieren al precio de los bonos.
Compré un auto X en un millón de pesos y pagué un millón de pesos en el bono Z, se explica en el curso en línea de la Escuela SB, da información completa sobre el precio del coche pero parcial sobre el título.
Al dealer se le entrega el efectivo, se recibe la matrícula y la llave para empezar a disfrutar del carro. El precio es un millón.
Al corredor se le transfiere un millón de pesos para recibir en el futuro un monto que puede ser mayor, igual o menor al valor que pagó hoy más una serie de pagos con frecuencia exacta de intereses a una tasa fija calculada sobre ese monto que se recibe hasta la fecha que expira el bono.
¿Suena familiar? Sí, en esto llega la conexión con la fórmula del valor presente que permite resolver el dilema entre recibir dinero hoy contra un solo pago en el futuro o una serie de pagos pequeños y uno grande al final.
La clave está en la tasa de descuento de la estructura de pagos futuros que, así como se cuadra el precio del carro con el dealer, se debe consensuar para los bonos con el corredor del puesto de bolsa.
“Transferí un millón de pesos a Excel para añadir a mi portafolio el bono Z” indica que ese millón es el valor presente de una serie de pagos de cupones y un pago final, que se conoce como el capital o el monto nominal.
El puesto de bolsa y el inversionista acordaron la tasa de descuento que hace sentido a los dos para hacer la transferencia de valor futuro a valor presente. Esta representa el rendimiento consensuado en la operación.
El precio del bono es el valor presente, el millón que se transfiere, dividido entre el monto nominal a recibir al final, pero como éste puede ser igual, menor o mayor que el millón se está pagando tendremos, entonces, un precio que será igual, menor o mayor que la unidad.
Por ejemplo, cuando entrega un millón ahora por un millón de pago nominal a vencimiento del bono, la división da uno. Si el monto final será de 900 mil, el resultado es 1.1 (1,000,000/900,000); de recibirse un valor mayor al final, cien mil pesos más por ejemplo, tendremos 0.9 (1,000,000/1,100,000).
Los precios de los bonos se explican usando esa comparación entre los valores, respectivamente, como precio par (100%); precio con prima (mayor que uno, 110%); precio con descuento (menor que uno, 90%).
De esta manera se entiende el precio de los bonos como se comprende el de la compra del auto. “En mi portafolio tengo hoy bonos Z que compré a 110” indica que por cada 100 pesos de bono se pagaron 110, el bono se intercambió a prima de 10% sobre su valor par lo que indica que el cupón del bono es superior a la tasa de descuento, o rendimiento, que permitió el “encuentro de las mentes” de las partes del negocio.
¿Cuál es el rendimiento, cuál es el cupón, cuándo vence el bono? Con el precio revelado y las dos informaciones que son parte de los datos están en la “matrícula” del bono las calculadoras que se explican en el curso de Fundamentos de Finanzas de la Escuela de la SB se consigue el rendimiento que, por lo explicado, será mayor que el cupón fijo con que “salió a producción” el título de deuda.