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Algún funcionario de la presente administración debería, tomándole la palabra al presidente Abinader, ir preparando el pacto fiscal que el mandatario acaba de perfilar en su reciente comparecencia ante los medios de comunicación del Grupo Corripio el pasado 30 de agosto.

En esa ocasión el presidente candidato “consideró que después de las próximas elecciones se debe propiciar un gran acuerdo nacional para definir el país que queremos y en función de eso hacer los ajustes fiscales necesarios” y que “no solo es asunto tributario, sino también de calidad del gasto para que el mismo sea eficiente y manejado con honestidad y transparencia.

Y sobre todo, su planteamiento de que la población debe discutir el gasto. Ver:eldia.com.do/abinader-considera-poblacion-debe-discutir-un-pacto/

Ajustar la fiscalidad, reformar tributación, eficientar y transparentar el gasto y discutirlo con la población no es una tarea que puede hacerse de la noche a la mañana. Requiere amplios estudios técnicos y mecanismos adecuados de discusión con la población sin llegar al populismo.

Requiere tiempo que no se puede perder para iniciar ese proceso lo mas pronto que sea posible.
Ciertamente, el mejor momento para implementar una reforma de este tipo es, preferiblemente, a inicios de un periodo de gobierno.

Pero su preparación debe preverse desde ahora sobre todo, dentro de la adecuada concepción que tiene el presidente de un pacto-reforma fiscal, tal como expresara el presidente hace dos años:

Abinader revela «dentro del pacto fiscal se contempla bajar algunos impuestos y eliminar exenciones» – El Nuevo Diario (República Dominicana).
Bajando impuestos -y simplificando los procedimientos, agregamos nosotros- se facilitará la afluencia de las recaudaciones y disminuirán la informalidad causada por elevados impuestos y procedimientos complicados.

Disminuir informalidad, hoy situada en 57%, lo que significa que mas de la mitad de los empleados/empleadores no tributan; podrán incrementarse las recaudaciones y la presión tributaria. Y disminuir gastos al viabilizar la inscripción en a la seguridad social que financiaría servicios médicos.

A eso habría que sumarle la eliminación de las exenciones, y el contrabando agregamos nosotros, en formas drástica las establecidas por via administrativa y gradual las instituidas por leyes.

También habría que sumarle los beneficios que proporcionaría la transparencia del gasto que plantea el presidente vía disminución de la corrupción.
Con mas ingresos y mejorando eficiencia y calidad del gasto como plantea el presidente, los déficits disminuirían y con ello la necesidad de endeudamiento.

Disminuida la necesidad de endeudamiento, la renegociación de la deuda se hace mas factible para no tener que pagar el 33% de las recaudaciones en el servicio de una deuda que se amortiza 31% menos y paga 13% mas intereses que los presupuestados.

Mejorando calidad y eficiencia del gasto, dirigiéndolo mas estimular la producción que el consumo, diríamos nosotros, se controlaría mas sostenidamente la inflación.

Ello debería conllevar equilibrar la relación gastos corrientes/gastos de capital hoy en proporción 10:1
Así se reactivaría la producción frente a la tendencia de desaceleración del PBI, aumentaría el empleo de calidad y la oferta de bienes domésticos para satisfacer necesidades de nuestra población.

En la reforma fiscal no solo descansa pues la posibilidad de mayor gasto social y disminución de déficits y endeudamientos, sino la reorientación de todo nuestro aparato productivo para mayor satisfacción de las necesidades de nuestra gente.

Por eso, no solo alguna instancia del funcionariado debe tomarle palabra al presidente e ir preparando la reforma fiscal necesaria y sus mecanismos de discusión.

Para que todas las instancias responsables de la nación, tomándole también la palabra al presidente, aúne voluntades para concretizar la tan demorada reforma en beneficio de la economía y la sociedad dominicanas.

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