Por José Lois Malkun

La República Dominicana ha mantenido un crecimiento alto a través de los años, excepto cuando se han producido crisis coyunturales como la del 2003 por la crisis bancaria, la del 2008 y 2009 por la crisis financiera mundial, la del 2020 por la pandemia y la del 2022 por la guerra Rusia-Ucrania.

Pero estas dos últimas han sido sorteadas con bastantes éxitos, ya que la economía creció en 12.5% en el 2021 y se espera un crecimiento en el 2022 que estará en alrededor del 5.2%.

Ese crecimiento ha colocado al país entre los primeros de Latinoamérica, donde sobresalen también otros indicadores de bienestar social que han mejorado con los años (reducción de la pobreza y el desempleo, aunque con un alto nivel de informalidad).

Sin embargo, también en los últimos 22 años la deuda pública consolidada ha crecido 1,475% en términos absolutos y los pagos de intereses alcanzan un 30% de los ingresos tributarios, incluyendo el cuasifiscal del BCRD.

Pero también es cierto que respecto al PIB la deuda del gobierno central se ubica en un modesto 46.9% y la consolidada en un 62% al mes de septiembre del 2022, ambas por debajo del promedio de la región.

Sin embargo, la economía dominicana tiene una peligrosa vulnerabilidad que no se puede pasar por alto. Y es que tenemos una presión fiscal de 15.5%, la tercera más baja de toda latinoamericana.

La única posibilidad mantener un alto crecimiento sin depender tanto del endeudamiento es mejorando los ingresos del gobierno en al menos un 2% del PIB y eso requiere de una urgente reforma fiscal integral, aunque reconocemos que no es el momento de abordarla, ante el panorama sombrío de la economía mundial que vaticinan el FMI, el BM y muchos expertos financieros y presidentes de grandes corporaciones.

Si te gustó compartelo!