El ministro de Hacienda, Jochi Vicente, consideró que las reformas económicas, contrario a lo que muchos consideran, deben hacerse en los mejores tiempos, es decir, ya que aplicarlas en tiempos de crisis, sin ningún margen, lo único que podrían hacer es empeorar la situación.
“Prefiero una cita de J.F. Kennedy cuando decía en un discurso que dio en el Estado de la Unión en el Congreso, en 1962, que el momento de reparar el techo es cuando el sol brilla”, refiere el ministro de Hacienda, a propósito de defender que República Dominicana tiene un escenario adecuado en este momento y con todos los vientos a favor, una economía pujante, inflación controlada y excelentes perspectivas de inversión.
A su entender, en la cita de Kennedy está implícito el hecho de que las reformas económicas deben hacerse en momentos favorables, cuando hay margen para hacerlas y no en momentos de crisis en donde una reforma lo que hace es agravarla.
El ministro de Hacienda, al justificar la reforma fiscal, explicó que hablará del porqué, para qué y del cómo. Estas fueron sus primeras palabras al iniciar su ponencia en el almuerzo mensual de la Cámara Americana de Comercio (AmchamDR).
Al explicar sobre el porqué se requiere una reforma fiscal, Vicente puso como ejemplo que, en la audiencia, por sus características, es casi seguro que todos o casi todos hayan viajado fuera de República Dominicana. “¿Qué es lo primero que vemos cuando llegamos a Barajas, España, que uno se sorprende? La Terminal T4 y uno (asombrado) dice ¡wao! ¡qué terminal! Si le gusta la pelota y va a Nueva York y visita el estado de los Yankis, ¡wao! ¡Qué tremendo estadio! O se va al Metro de París y así sucesivamente o al Hospital Universitario de la Paz, en Madrid, y todas estas obras han sido realizadas con recursos públicos”, narró el funcionario.
Entrando un poco en el porqué, el ministro de Hacienda, voy a citar y no sé si está aquí Jairon Severino, quien escribió un editorial la semana pasada y lo voy a citar porque me pareció bastante interesante: “Los ciudadanos de este país, paraíso caribeño, exigimos a los gobiernos, y ha sido a todos los gobiernos, que nos garanticen seguridad, que nos mejoren las carreteras, que nos mejoren los salarios, la educación, la salud y, encima de todo, que no tome más préstamos ni que incrementen el déficit público”. A su entender, esta cita, en esencia, recoge, la problemática a la que se enfrenta un sector público a la hora de hablar de estos temas.
Entiende que el porqué se requiere una reforma fiscal tiene dos grandes razones: la primera es que el Estado necesita recursos para proveer los servicios y las prioridades de la población que están siendo demandadas día por día. La segunda, atada a la cita, es que la reforma es necesaria para evitar que la deuda siga creciendo.
Al explicar cómo es que esto opera en el contexto de la economía y las finanzas de República Dominicana, Vicente señala que este país es el cuarto país de la región con el gasto público más bajo. Al compararlo con el mundo, indica que de los 194 países publicados en el Fondo Monetario Internacional (FMI), “nosotros estamos en el puesto 168 y permítanme leerles los compañeros nuestros en ese grupo: Sudán, República Centroafricana, El Congo, Indonesia, Guinea Ecuatorial, Camerún, Camboya, Madagascar, Afganistán y Singapur, que es la excepción que confirma la regla; Laos, Guinea, Guatemala, Nigeria, Venezuela, Irán, Bangladesh, Etiopía, Líbano, Yemen, Haití y Somalia”.
Señala que al único país de los mencionados al que República Dominicana quisiera parecerse es Singapur, lo que, en cierto modo, esto lo que hace es desenmascarar la realidad de las finanzas públicas. A su entender, con este nivel de gasto público es poco lo que se puede hacer para atender las prioridades de la ciudadanía en la velocidad y magnitud requeridas.
La principal consecuencia, señala, es que la deuda pública ha crecido, ya que no se le puede pedir a ningún gobierno, como lo dice Jairon Severino en su artículo, “que me dé todo aquello, pero que no incremente la deuda ni incremente el déficit”.
Refiere que cuando se analiza la trayectoria de la deuda, a propósito de esta situación, es que ha ido creciendo de manera sostenida en el tiempo, ya que ha sido la forma en que los diversos gobiernos (dicho sea de paso, todos de alguna manera han operado con cierta prudente fiscal) han decidido no expandir el déficit más allá de lo que se considera razonable.
Llama la atención que luego de 20 años en esta situación, todo llega a un límite. En este sentido, entiende que la deuda no puede seguir incrementándose de la forma en que ha venido sucediendo. “Hemos logrado controlar el tema de la deuda. Fíjense que ha decrecido (relativamente) y ya en 2023 entramos en un cierto plató y ya veremos cómo terminados en 2024 o quizá ligeramente superior al 2023, aunque veremos cómo van las cosas”.
El ministro de Hacienda asegura que República Dominicana no tiene un problema de deuda cuando se compara con los pares de la región, incluyendo la calificación de riesgo. La situación, admite, es con el peso de los intereses que esa deuda genera y presiona sobre el presupuesto nacional. “Tenemos una situación con los intereses”, dice.
Expresó que el gobierno está enfocado en llegar al BBB-, que es grado de inversión. Sin embargo, indica que hay una obligación en desmontar el 23.4% de los ingresos comprometidos para el pago de los intereses, partiendo de sólo tomar en cuenta la deuda del sector público no financiero (SPNF). La aspiración, dice, es bajar esa proporción al 10% sobre los ingresos. La única forma de hacerlo, sostiene, es proveyéndole al sector público de más ingresos, porque, de lo contrario, seguirá operando con el déficit histórico.
Da la estrechez fiscal que padece el Gobierno, (“es el dolor de cabeza del Ministerio de Hacienda”, admite) llama la atención en que el gasto público total se incrementará para 2025 en cerca de RD$65,000 millones, mientras que los intereses se llevan 53% de ese aumento. Explica que cuando se asigna el 4% para la educación, que son RD$28,000 millones adicionales, prácticamente lo que quedan son RD$2,500 millones para todo el resto.