Guillermo Caram
Las declaraciones de Maduro y Cabello sobre la utilización del petróleo venezolano como arma contra nuestro país constituyen una fanfarronería vana al sustentarse en la falsa creencia – que gobernantes venezolanos se han creído o quieren hacer creer – que Venezuela nos suministra combustible a precios reducidos o gratuitamente como hacen con otras naciones como Cuba y Nicaragua.
Lo que el Acuerdo de San José primero y PETROCARIBE después, establecen es suministrar petróleo a las naciones vecinas financiando una proporción del precio del petróleo.
Es como si nos vendieran petróleo “fiao”, que luego se convertiría en deuda externa.
En ningún momento el petróleo fue ni es suministrado a precios rebajados o gratuitamente.
Al contrario, ese petróleo suministrado financiando una proporción de su precio, era utilizado por Venezuela para tranquilizar su conciencia por elevar artificialmente los precios del crudo, mediante el subterfugio de recortar producción, dentro de la OPEP.
La parte no pagada, pero si cobrada a los consumidores vendiendo los combustibles a precios del mercado, era utilizada por la mayoría de los gobiernos para financiar sus déficits fiscales, sin limitación alguna, con lo cual se fomentaba la mala práctica de financiar déficits en cuenta corriente con endeudamiento; lo cual le ha hecho mucho daño al país.
El resultado de este endeudamiento creciente fue que para pagarlo, tuvimos que desprendernos del patrimonio que constituyen las acciones de REFIDOMSA; y para recuperarlas, tuvimos que recurrir a otro endeudamiento a tasas más altas que las pagadas a Venezuela. Manejo torpe, y no del todo transparente, inculcado por el predominio de la cultura del financiamiento y endeudamiento
También se utilizaba para financiar proyectos siempre y cuando utilizaran empresas y productos venezolanos, lo cual favorecía la economía venezolana.
En resumen, el suministro venezolano financiando parte del precio, perjudicaba las finanzas dominicanas al fomentar la cultura de endeudamiento para financiar déficits y beneficiaba la económica venezolana.
Incluso es pertinente señalar que, estrictamente hablando, lo que nos suministraba Venezuela no era petróleo propiamente dicho sino un cóctel especialmente preparado para que REFIDOMSA lo procesara, lo destilara. Un producto de difícil colocación en otros mercados por su alto contenido contaminante en su combustión.
No tenemos, pues, nada que agradecer ni temer.
Al contrario, tranquilizábamos la conciencia de gobernantes venezolanos y le comprábamos un producto de calidad cuestionable que no le resultaba fácil colocarlo en otros mercados que, al financiarlo, generaban intereses por la parte adeudada.
Suponemos que Maduro y Cabello conocen estos antecedentes; por lo cual deberían agradecernos en lugar de amenazarnos.