Los préstamos multilaterales son los que contrata el país con entidades como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y el Fondo Monetario Internacional.

Lo de bueno para los tres primeros es de consenso, para el FMI no.
En la imaginación popular los tres primeros se vinculan a la construcción de grandes presas, carreteras u otras obras de infraestructura.

El FMI con una misión de ángeles envía el propio Lucifer para devaluar la moneda (es mejor tasa fija para comprar dólares aunque no aparezcan), eliminar controles de precio (mejor la ilusión que las cosas llegarán baratas aunque las góndolas estén vacías), abrir las economías a la competencia internacional bajando aranceles (“¡No, nuestro vino es caro y malo, pero es nuestro vino!”) y privatizar empresas estales si no es posible eliminar sus pérdidas (“¡No llegan a tiempo, se pierden las conexiones, sobrevenden los vuelos, regalan la mitad de los asientos a enchufados, pero es nuestra Línea Bandera Nacional!”).

Por eso cuando los funcionarios se reúnen con los multilaterales buenos siempre salen en fotos con sonrisas y, generalmente, en inspección de las obras de inversión pública que se construyen con financiamiento externo y contrapartidas presupuestarias, ambas desembolsadas en la medida avanza la obra.

Cuando toca negociar con el malo, sin embargo, las fotos son en salas de reuniones de los ministerios, con rostros huraños que proyecten la imagen de una dura negociación para que el ajuste a imponer sea más “humano”.

¿Pero son baratos los préstamos de los buenos? En los informes trimestrales de la deuda pública de la Dirección General de Crédito Público se publican las tasas de interés agrupadas para los principales acreedores y por tipo de deuda (externa o interna).

La gráfica con los datos para los bonos soberanos y los multilaterales muestra que éstos últimos son mucho más baratos en la mayor parte de la serie que está desde marzo del 2009.

La tasa a la que se contratan los bonos soberanos muestra una tendencia decreciente desde esa fecha, pero siempre han superado la de los multilaterales por un margen amplio hasta junio de 2022.

En ese mes se reporta una de 2.20% para los multilaterales y la entidad explica: “En el portafolio de deuda pública, el tipo de acreedor con la tasa de interés promedio ponderada más baja son los organismos multilaterales…”

De repente, como si hubiese tomado el señalamiento como ofensa personal, empiezan a subir hasta alcanzar la de los bonos en junio de 2023, ambas en 6.4%, y en el próximo trimestre lo superan al registrar 6.8% contra un 6.5% en los bonos soberanos. ¿Qué pasó?

Prometo preguntar, pero los datos indican que ahora no están tan baratos.

Pero siguen siendo buenos, ligados a obras, a un costo igual a los soberanos y abundantes para sustituir financiamiento generalizado al presupuesto, que se va a gastos corrientes.

Con los préstamos a multilaterales es posible tirarse hacer un video al lado de una obra y subirlo a redes sociales, lo que no se puede con los soberanos.

Hasta el contenido a publicar todo bien, pero lo de fondos tan abundantes como agua en el Salto del Limón no.

A noviembre 2023 circulaban bonos soberanos por casi 30 mil millones, cuatro veces más que el balance total en multilaterales, entidades en las cuales tenemos capacidad de tomar prestado hasta un tope en que es imposible alcanzar esos montos.

Los límites para endeudarse con esas entidades se relacionan con los aportes realizados en ellas por cada país y, aunque ciertamente ya no se limitan al financiamiento de obras (prestan a países para proyectos de reforma en la administración pública o alivio presupuestario temporal), el grueso de su financiamiento sigue vinculado a la inversión pública o de alianzas público-privadas.

En la imagen al final se muestra la evolución del servicio de la deuda con los organismos multilaterales.

Tiene los datos del saldo inicial y final para cada año con información para los desembolsos, el servicio total y desglosado por partidas más la tasa de interés.

Ha sido elaborada con los informes trimestrales de deuda pública y revelan que aunque son buenos ya son menos baratos y, tal vez, no quede mucho espacio para cubrir la cuota a la que podemos girar.

De manera que mientras los mercados de capitales vean tolerable el riesgo país continuará el endeudamiento vía bonos soberanos, y bonos internos negociados en subastas, para financiar el déficit presupuestario y cubrir los vencimientos de principal de la deuda contratada. (Por José Alfredo Guerrero).

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