SIMBAD, morosidad y cobranzas con rostro humano

Por José Alfredo Guerrero

El índice de morosidad es un indicador intuitivo. Once de cada diez personas saben que moroso es un sambenito para todo aquel que no devuelve la liquidez recibida más el interés pactado en los plazos convenidos.

En los préstamos bancarios la frecuencia normal para el pago de cuotas es mensual, que es la misma con que acreditan a sus depositantes la proporción del valor a recibir durante el plazo prometieron no tocar los recursos.

El banco está obligado a pagar a todos los depositantes sin importar que, por ejemplo, a fin de mes no colecte de los deudores todas las cuotas.
En realidad es probable que el único caso en que se cobra el 100% de las cuotas se tenga cuando los préstamos son a empleados a quienes se le descuenta de su pago de nómina.

Con los cinco primeros préstamos de otra naturaleza ya la probabilidad pasa a ser mayor que cero. De ahí la importancia para los bancos de contemplar un plan de pago realista en la mayoría de los productos bancarios que ofrecen a sus clientes.

Con excepción, por supuesto, del misterioso caso de las tarjetas de crédito esa es la norma para las aprobaciones.

Una prueba de la relevancia de la importancia de la capacidad de pago, medida por la proyección del flujo de efectivo, se encuentra en la frecuencia con que se declinan préstamos a empresas o personas por un monto divorciado de la fortuna se exhibe en activos fijos se ofrecen en garantía.

Los bancos están en el negocio de intermediar liquidez. Obtener un margen entre tasas activas y pasivas que de para cubrir costos y tener ganancias para expandirse y seguir siendo bancos.

No les interesa prestar para ejecutar tierras, casas o automóviles porque esa es una forma larga y tortuosa para recuperar apenas lo prestado.
Las regulaciones impiden a los bancos ser como las casas de empeño donde te prestan diez mil pesos con garantía reloj suizo de diez mil dólares. De ahí su celo porque la morosidad sea reducida, un dato que es información pública suministrada por la Superintendencia de Bancos.

El catálogo de indicadores financieros de esa entidad reguladora, en la versión de julio 2022, define el índice de morosidad como uno que “Mide el balance de capital de la cartera de crédito vencida como porcentaje del balance de capital excluyendo rendimiento. Ofrece información sobre el perfil de riesgo de crédito de la entidad. Mientras mayor es el indicador, mayor es el nivel de riesgo de crédito.” Y en el portal de consultas interactivas SIMBAD, diseñado y creado en la presente administración, se presenta para cada indicador financiero las cuentas involucradas en el cálculo.

Para este índice de morosidad la siguiente imagen presenta las cuentas involucradas. En el numerador se colocan el grupo de manzanas que están empezando a dar problemas, aquellas a las que se les puso un tratamiento que no funcionó y aquellas con daño total en que se busca compensación en justicia.

Este grupo de manzanas en atraso, reestructuración y cobranza se cuentan y el número se divide entre todas, sin sacarlas del canasto o el barril, porque en los bancos no se da literalmente eso de que una manzana mala daña a todas las demás.

De ahí sale el porcentaje o la proporción de las que están malas y que el público puede conocer por grupo de entidad o para cada institución los datos.

Para el mes pasado, agosto 2024, la información del índice de morosidad se presenta en el cuadro que es una captura de pantalla del portal de la Superintendencia de Bancos.

SIMBAD es la aplicación desarrollada para consultas y al seleccionar de la lista de opciones Indicadores Financieros se tiene el valor de la morosidad para varias fechas con variaciones más una gráfica de la tendencia para los últimos meses. Genial.

El índice de morosidad en agosto es apenas de 1.34% para todas las entidades y el gráfico de línea o sparkline presenta una constante reducción, que es algo tan satisfactorio como cuando uno ve en picada la evolución del PSA.

SIMBAD también permite tener gráficos comparativos por entidades al instante. En la imagen la que resulta de seleccionar los Bancos de Ahorro y Crédito para agosto del 2024, ordenada de mayor a menor.

El promedio del índice de morosidad para todas las entidades es 2.01% (la sexta barra) que se encuentra entre el que presenta mayor morosidad de 7.04% (Gruficorp) y el 0.80% (Confisa).

¡Ah, pero si es 1.34% de la cartera que se encuentra en mora total cuál es la razón de tanta insistencia para que los clientes se pongan al día!.

En realidad el índice está a ese nivel precisamente por la labor continua de seguimiento de las entidades.

Desde que al final del mes notan que no aparece el cliente por la caja o que no llegan las transferencias aplicar al préstamo, empiezan las llamadas.

El primer paso lo dan para conocer las razones del incumplimiento y, tal como le explican los consultores financieros, lo más importante es dar la cara, tomar la llamada, analizar si es asunto coyuntural y estar siempre en comunicación con la entidad.

Su interés no es confiscar garantía, tampoco hacerle daño.

Es importante evitar que el caso pase abogados externos por apoderamiento o por venta de cartera.

Si se bajó a ese escalón, por igual a dar la cara y ver qué arreglo es posible. Los bancos delegan o venden cartera cuando el volumen no lo pueden manejar en sus sucursales y, por lo general, las empresas que se dedican a cobranzas también tienen interés en que la solución no llegue a un litigio que termine con embargos de garantías o persecución de otros bienes para saldar la deuda.

Escribí un artículo de opinión sobre una que conozco. En Las damas templarias de Templaris describo la forma ética, profesional y digna que presencié en intercambios para llegar acuerdos favorables y realistas.

Esa es la única forma posible para que en esa actividad se logre manejar un alto volumen de clientes.

Templaris, por ejemplo, está cerca de alcanzar un millón de personas atendidas y no debe ser la excepción entre sus pares buscan crecer cobrando con buenos modales.

Acuerdos favorables se logran cuando esa visión de “cobranzas con rostro humano” se ve correspondida con la disposición de hacer ajustes y se asiste a la negociación siendo “simple como un anillo” y “claro como una lámpara”.

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